martes, agosto 23, 2011

JMJ (I): marcha laicista

Me da pereza hablar sobre las JMJ. Y sin embargo me dispongo a dedicarlas un par de entradas (adelanto que la próxima será sobre el tema económico).  Me he "obligado" tras leer varios mensajes en twitter y blogs, que reconozco me han mosqueado. No es que me crea la patraña de que en España somos tolerantes, pero aún curado de espanto hay cosas a las que no me acostumbro.

La entrada de hoy va sobre la ya famosa marcha laicista, que no laica. Famosa no por su poder  de convocatoria que en un acto de generosidad calificaremos de modesta, sino por los incidentes.

El primer punto a valorar es la oportunidad. La gente por supuesto tiene derecho a manifestarse contra lo que le plazca, cuidando un mínimo las formas y respeto a las personas, otra cosa es cuándo es oportuno y con qué recorrido. Todo el mundo parece que estamos de acuerdo con que aprobar una manifestación a favor de la familia y en contra del matrimonio gay "el día del orgullo gay" no es razonable. Pero el sentido común falla cuando se pide hacer la manifestación en plenas jornadas, con más de un millón de peregrinos abarrotando el centro de Madrid.

Otro punto es la coherencia. En la manifestación había grupos de los que vienen a autodenominarse "cristianos de base". Cualquier que conozca de qué van verán que tienen más de política que de religión, en una mezcolanza la mar de curiosa: a estos sí que lo de separar "a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César" les suena a chino mandarín. Pero no parece haber problema con eso para la organización: lo de imponer conviciones religiosas en ámbito político no es problema si son de izquierdas.

El punto más crítico es la violencia. Se insultó, escupió y en algún caso hasta se pegó (afortunadamente que se sepa no pasaron de patadas) a peregrinos. A chavales de menos de 18 años, a chicas, a gente que viene de sudamérica y ha ahorrado para permitirse el viaje, que serán sus vacaciones en mucho tiempo. A monjas de edad avanzada que han dedicado su vida a atender necesitados.

El único consuelo, es que viendo las imágenes, los energúmenos que hicieron esto en su mayoría era gente que no bajaba de los 30 años y no pocos eran muchísimo mayores (no es que peinaran canas, es que no tenían un pelo que no fuera blanco). Parece que la gente joven es menos gilipollas que la de mi generación y las anteriores, un motivo de esperanza, sin duda ;-).

Pero un punto de desesperanza en el capítulo de la violencia es la operación de lavado de cara colectivo. Vale que los que hicieron eso serían una minoría (aunque carteles y actitudes ofensivas no eran tan minoritarias y la masa borregil seguía una carroza ofensiva y reía las gracias en lugar de mostrar un mínimo de sentido crítico en una marcha que supuestamente no era contra nadie sino contra el supuesto coste de la JMJ para el erario público).  Pero lo que es para llorar es que el resto lo hayan justificado o puesto en el mismo nivel a agredidos y agresores. Ves gente que tuitea crónicas supuestamente imparciales que dan vergüenza ajena ¿la gente lee y piensa lo que ha leído cuando retuitea? ¿la inmdiatez de Internet nos está volviendo medio tontos o simplemente anulando la necesidad de primero pensar, luego actuar?

Y es que menuda provocación, por parte de los católicos, ponerse a rezar o dar vivas al papa. Mira que no haber cortado el acceso del metro, para que no pasaran por Sol gente de la JMJ, provocando con su presencia. Joder señores y señoras, que son más de un millón de peregrinos (lo que un porcentaje nada desdeñable de la presencia ciudadana, incluso en la tercera ciudad de Europa con más de 3 millones de habitantes), que la ciudad está invadida e igual que estaban en otras calles pasan por allí,  como el resto de foráneos y madrileños. Que no hay justificación para los insultos, escupitajos y agresiones aunque fueran más conatos que causantes de lesiones.


Me parece bien que se investigue cualquier mala actuación de los antidisturbios (casi siempre que hay cargas, hay quejas por reparto de leña indiscriminado, incluyendo gente que no estaba haciendo nada, lo que no quita que los detenidos suelen serlo con motivo y cuando antidisturbios que no son gente frágil ni pequeñita acaban heridos, es que cuando los envían no suele ser para desalojar a gente pacífica). En cualquier caso la leche la da un policía, no la monja o la chica sudamericana de 17 años a la que han vejado unos energúmenos, por lo que una cosa no compensa la otra.

Me estoy extendiendo demasiado, pero un tema pendiente es la relación con el movimiento del 15-M. Aunque el 15-M no apoyara la marcha laicista, el desmarcamiento ha sido tibio y ha dejado mal sabor de boca a quienes han celebrado como positiva la JMJ. En la manifestación no faltaban pancartas del 15-M, que han sido ampliamente difundidas por los medios de comunicación. Ni que decir tiene que para muchos católicos esto ha supuesto un crecimiento de los sentimientos de repulsa hacia el 15-M, ya abonado por el tratamiento periodístico previo.

En mi opinión esta manifestación y el cómo se ha gestionado todo el tema de la JMJ va a suponer un obstáculo más para que el 15-M tenga posibilidades de obtener resultados útiles. Si el 15-M se asocia a movimiento izquierdista radical (e incluso a movimiento izquierdista a secas), no obtendrá el apoyo popular mínimo para que algunas de sus propuestas se consideren. Creo que la gente que pueda sentirse desencantada con el 15-M por todo esto debería reflexionar que si las manifestaciones del 15-M y posteriores fueron tan masivas y la marcha laicista un fracaso de asistencia, es que efectivamente no tienen mucho que ver y del 15-M siguen pudiendo salir cosas interesantes al margen de ideologías.

Y por favor, la gente que usa el 15-M al servicio de sus pequeñas fobias y obsesiones ideológicas, que piensen por una vez en su mezquina vida un poco en grande. Que estos lumbreras se den cuenta que o se alcanza una masa crítica de gente incluyendo a personas que consideran menos inteligentes por sus ideas o creencias, o nos quedamos como estamos. Temo que algunos han renunciado a esto y sólo aspiran a ser el equivalente al "Tea Party" versión izquierdas, sin otra ambición que el PSOE gobierne eternamente pero dependiendo más de IU que de nacionalistas.

lunes, agosto 01, 2011

Libranda es una rémora para el libro

Cuando escribí la entrada "El sector del libro tiene que reaccionar" ya planteé hacer alguna propuesta concreta en el futuro. Pues nada, tamblad lectores míos porque ha llegado el día ;-)

Como supongo que ya todo el mundo sabe (de lo contrario aquí estamos para contarlo)  la mayoría de los libros electrónicos que se venden en España están disponibles a través de Libranda. Es una plataforma intermediaria entre librerías, clientes y editoriales, que usa software de Adobe, en concreto Digital Editions por parte del cliente (en versiones para Windows y MAC) y "Content Server" por el servidor (por el que se paga no sólo una licencia sino un coste por transacción). Básicamente, el comprador necesita tener instalado Digital Editions y poseer un e-reader compatible con él, para lo que el fabricante tiene que haber llegado a un acuerdo con Adobe; si no es así sólo podrá leer el libro desde el PC usando Digital Editions. ¿Suena lío? pues no solo suena sino que debe serlo, porque en Internet se pueden encontrar quejas de personas poco sospechosas de analfabetos digitales que han tenido problemas y los  responsables de las librerías electrónicas tampoco andan muy contentos.

Así las cosas, mi primera propuesta para editoriales es sencilla: olvidarse de Libranda/Adobe y atraverse a comercializar directamente los e-books tanto con librerías on-line como con librerías tradicionales, además de por supuesto en su propia web.

Qué ventajas se obtendrían:
  1. Mayor margen: se pierde únicamente el porcentaje que corresponde a la librería. Libranda se lleva su parte y a su vez paga a Adobe.
  2. Mayores ventas. Ahora mismo muchos clientes se desaniman por dificultad que supone comprar un libro por culpa de complejidad del sistema de Adobe Digital Editions. Así mismo se están dejando fuera a clientes con e-readers que no soportan este DRM, como el Kindle de Amazon.
  3. Integrar en la venta de ebooks a las librerías tradicionales. Esto permite llegar a clientes que no pueden o no quieren comprar a través de Internet sino que prefieren comprar en su librería de toda la vida, con un librero con el que quizás tengan trato desde hace muchos años. También permite cierto mercado del libro electrónico para estas librerías "no on-line" (no para tirar cohetes, pero mejor que la situación actual). El que las librerías tradicionales tengan su oportunidad de negocio no sólo es algo por lo que nos alegramos pensando en la crisis y en los empleos, sino porque realmente hay muchos libreros a los que las editoriales deben la mayor promoción de los libros entre sus clientes.  
  4. Mayor satisfacción para los clientes, que dejan de preocuparse de temas como qué pasará con sus libros si en el futuro cambia a otro lector. También podrá hacer cosas como prestar los libros: vale, cualquier editorial desearía que todo lector sea comprador, pero eso tampoco pasa con el libro físico y hay que aceptarlo. Y si los ebooks son baratos, habrá más gente que compre aunque se lo puedan prestar. 
  5. Otro motivo de satisfacción para los clientes: se preserva su derecho al anonimato. Si yo puedo comprar un libro tradicional en una librería, pagar en metálico y que nadie guarde constancia de qué libros componen mi biblioteca, ¿por qué con los libros electrónicos esto es imposible?
  6. Favorecer cierta vinculación entre comprador y la editorial o el libro, que no ofrece Libranda. La idea es que al comprar el lector se obtiene una dirección única en Internet (dentro de la web de la editorial) con la que identificarse como comprador del libro (sin perder su anonimato). Más de esto un poco más adelante.
La posibilidad de vender e-books en una librería tradicional es más interesante de lo que puede parecer.  Los libros electrónicos no son sólo para los frikis con la última pijadita de Apple o Android: son para todo tipo de lectores. Un e-reader puede ser para una persona de cierta edad sin el más mínimo interés en Internet ni la tecnología, pero al que matan los libros voluminosos y pesados, con letra minúscula.

Quizás una pequeña posibilidad más para las librerías tradicionales, venga de la mano del dichoso IVA normal sobre los libros electrónicos, en lugar del reducido que llevan los de papel. En realidad el motivo por el que la venta de ebooks se considera servicio y no puede llevar el IVA reducido no es porque tengan formato digital, sino por la falta de soporte físico. Los audiolibros en CD tienen el mismo IVA que los libros en papel y precisamente las reglas se cambiaron para especificar formato físico y no papel para este caso. Pues bien, una librería podría grabar los libros en CD, que en muchos casos puede costar mucho menos que el dichoso IVA (una on-line también, pero ahí entran como en los libros físicos los gastos de envío). Incluso puede aprovecharse para venderse conjuntamente audiobook y ebook, aun cuando el audiobook a falta de locución natural puede ser un texto leido por sintetizador de voz.


¿Inconvenientes?

Hemos mostrado las ventajas, pero quizás también habría que disipar o matizar algunos temores (seguimos con la óptica de las editoriales):
  1. DRM: me van a copiar mis libros. Lamento decirte que el DRM no funciona, ni el de Adobe ni ningún otro. La diferencia es que los otros al menos son más o menos transparentes para el cliente (es lo que tiene que el fabricante del lector y la librería sean los mismos) y no le echan para atrás, mientras que con la solución de Adobe paradójicamente es más sencillo encontrar de dónde descargar el libro gratis que pagar por él. Así mismo siempre es posible incluir una marca de agua para desanimar la difusión indiscriminada. Por supuesto cualquier marca de agua a la larga se descubre como quitarla, pero da algo más de juego que el DRM.
  2. Al no tener DRM, no voy a saber si las librerías me engañan. Al margen que las librerías no se van a arriesgar a engañar siendo posible cazarlas in fraganti, como ante cada compra la editorial contacta con la editorial vía on-line para generar un identificador único que se entrega al cliente, no se da esta posibilidad.
  3. Esto me va a complicar la vida, prefiero que me lo den todo hecho. Realmente una editorial no tiene más que proporcionar un servicio para que las librerías registren cada compra y luego facturarles periódicamente conforme a ese registro. Puede hacerse un software que sirva para todas las editoriales y librerías y publicarlo bajo una licencia libre o al menos sin pago por transacción. Si una editorial no quiere contactar con librerías, puede seguir recurriendo a un distribuidor, el que eliga él y cambiarlo cuando quiera y no el monopolio de una plataforma como Libranda. Si una librería no quiere tener su propio servidor, puede externalizarlo en un proveedor o usar un sistema cloud como el de Amazon o Flexiscale.
Parte técnica

A continuación, una breve descripción de cómo hacer un software que permita esto, sin ser complejo.

Por parte de las editoriales, tendrían una web con una URL por cada uno de sus libros (puede usarse su ISBN, una referencia interna...) ejemplo: https://editorialpucelana.com/84-xxx-xxxx-x/. En el catálogo que proporcionan a las librerías, tendrían la URL de cada libro e incluso si se estandariza el formato de la URL, podría deducirse del ISBN del libro directamente.

Las tiendas a su vez tendrán un software cliente, con un certificado digital, para identificarse en las webs. Ante un cliente que compre el libro, harían un PUT sobre la URL del libro y como resultado obtendrían un identificador colgando de la anterior URL que servirá para identificar esa compra. Esa URL la recibirá el cliente en su recibo y podrá usarlo en la web del libro para identificarse como comprador, por ejemplo para opinar en foros. La URL podría interpretarse como un mero identificador o ser una página de entrada al portal para el comprador, con opciones para opinar, ver si hay alguna actualización del libro, etc.

El software podrá ser parte de una solución B2B, para generar las facturas correspondientes a los libros que la librería ha vendido.